Desde siempre me ha gustado la música. Me gusta saber de grupos y descubrir música nueva que me hace sentir y que me hace querer escucharla una y otra vez. Me gusta escuchar una vieja canción y dejar que me lleve a esos recuerdos que por un momento vuelven como si los volviera a vivir, como cuando olemos un aroma que nos regresa a tiempos que pensábamos que no volverían y sin embargo ahí están tan reales como si estuviéramos ahí.
Yo sé lo que es, enterase 6 meses antes que viene una banda a quien me gustaría ver en vivo. Sé lo que es, estar rezando por que el rumor sea cierto y estar al pendiente de cuando salen los boletos a la venta. Se lo que es, tener la página que vende los boletos abierta 5 minutos antes de que salgan a la venta para poder tener las tan valiosas entradas que me llevaran a ver en vivo el grupo que tanto me ha dado simplemente por escucharlo. Se lo que es tener los boletos en la mano meses antes y el sentimiento de expectativa previo al concierto. Se lo que es, vestirse para el concierto… salir con suficiente tiempo de anticipación, para poder llegar al lugar, estacionar, y encontrar mi lugar… ya sea en asiento o en medio de la multitud. Se lo que es llegar, y ver caras conocidas, aunque no nos conozcamos. Se lo que es esperar a que empiece el concierto entre gritos, aplausos, ‘la ola’, golpes en el suelo con los pies… Sé lo que es esperar a que toque la banda que quiero ver escuchando música en las bocinas… Me encanta justo el segundo en el que de golpe se apagan las luces y la música y el público entra en euforia… es un microsegundo en lo que todo cambia y vuelve a la realidad que estamos ahí para ver a un grupo… Y nos entregamos. Y cantamos, y bailamos, y gritamos, y nos empujamos, y algunos hasta lloramos. Y cuando se acaba… pedimos otra… cantando, aplaudiendo, gritando, siempre se oye algun grito de ‘viva méxico’ , uno que otro ‘culero’, algunos fuman, pedimos otra cerveza, y otra vez la euforia cuando el grupo regresa… es increíble, breathtaking, y creo que algo que pocos podemos entender…
Por eso la decepción de el Domingo que fui a un concierto fuera de México y nada de lo anterior pasó. Ninguna cara conocida, a la gente le faltaba la chispa… y en ese segundo que se apagan las luces todos nos limitamos a aplaudir como si acabara de entrar el director de una orquesta que va a tocar el Concierto para piano #20 en Re Menor de Mozart.
Lo unico constante es el cambio... 